Este refrán enfatiza la importancia de la audacia en el amor. Sugiere que si alguien está interesado en otra persona pero no tiene el coraje de expresar sus sentimientos o tomar la iniciativa, probablemente no sea la mejor opción como pareja. La osadía en este contexto no significa imprudencia, sino la capacidad de actuar con confianza y sinceridad en asuntos del corazón. Es un recordatorio de que el amor requiere cierto grado de valentía para expresar lo que se siente y para ir tras lo que se desea.