Este refrán expresa la idea de que está bien disfrutar de los placeres de la vida, como beber, siempre y cuando se haga con responsabilidad y dentro de los propios medios. Significa que uno puede y debe disfrutar de lo que ha ganado por sí mismo sin sentirse culpable, siempre que no incurra en deudas o perjudique a otros en el proceso.