Este refrán, posiblemente con un toque de humor regional, sugiere que cuando falta una persona experta o especializada en algo («hechiceros»), aquellos que no son expertos intentarán ocupar ese rol, en este caso, los «gallegos». Se usa para indicar que las personas a veces asumen roles para los cuales no están cualificadas, especialmente cuando no hay nadie más disponible para hacerlo.