Este refrán parece sugerir que tanto una mujer que baila como un burro que rebuzna son acciones que el diablo no debería haber enseñado. No obstante, la razón detrás de esta afirmación no está completamente clara. Puede interpretarse de diferentes maneras, pero en general, puede referirse a la idea de que ciertas acciones o comportamientos son inapropiados o pecaminosos, como si el diablo estuviera involucrado en ellos.