Todos somos iguales en el nacer y en el morir, aunque no sea en el vivir: Este refrán destaca que, a pesar de las diferencias sociales, económicas o culturales que existen entre las personas durante su vida, todos comparten una igualdad fundamental en el momento del nacimiento y en la muerte. Independientemente de nuestro estatus o riqueza, todos enfrentamos los mismos aspectos inevitables de la vida y la muerte.